El cielo está plomizo. Ella habla, yo no entiendo, si no que
la oigo, y sé que algún rincón de mi mente llega a escucharla, mientras resume
y archiva sus palabras en Times 11. Demasiada vida por guardar en tanto tamaño,
prefiero 8, 6, 4... Minúsculo para recordarlo, pero suficiente para no
olvidarlo. Me pregunto si no debería estar dispuesto a borrar un poco más, a
formatear mi mente a cada trauma.
Llovió hace poco, y los barquitos de papel parecían velas de
cera, derretidos; pero a la vez se arrastraban intentando llegar a su destino.
Qué mala fama tiene el arrastre, pero qué útil es para avanzar cuando no
levantamos cabeza.
Miro por las ventanas y me reitero: el cielo está plomizo,
hoy soy un soldadito.